Salud y gracia, sepades
que vengo a decir verdades.
Del Tormes vine a cantar
orillas de Manzanares,
aunque para mis pesares
mejor me fuera llorar;
mas ya me quiero alentar,
y pues sé que os doy contento
cuando, al son de mi instrumento,
salgo a cantar novedades,
salud y gracia, sepades
que vengo a decir verdades.
Hay en Madrid, de ordinario,
favores por intereses,
con más tajos y reveses
que la pluma de un falsario;
y para el señor datario
hay tercios de señorías,
porque va en las tercerías
con título de amistades.
Salud y gracia, sepades
que vengo a decir verdades.
Hay casadas peligrosas
porque son tazas penadas;
hay doncellas encaladas
y, caladas, melindrosas;
hay cortesanas briosas,
y entre lienzos de paredes
hay viejas con que lloredes
y niñas con que riades.
Salud y gracia, sepades
que vengo a decir verdades.
Hay poetas celebrados
con justa causa famosos,
y poetas invidiosos
que presumen de invidiados;
hay otros menos preciados
que son poetas criollos
y que alegan, por lo pollos,
pollinas autoridades.
Salud y gracia, sepades
que vengo a decir verdades.
Hay corrientes mormurantes,
hay corridos mormurados,
hay penitentes casados
que traen cruces de diamantes,
y discretos maleantes,
en cuyas conversaciones
hay onzas de discreciones
y arrobas de necedades.
Salud y gracia, sepades
que vengo a decir verdades.
Busconas veréis tapar
de quien todos se hacen cruces,
que pasan entre dos luces
como cuartos por sellar;
van de noche a campear,
porque se gastan a escuras
sus pigmeas estaturas
y sus gigantas edades.
Salud y gracia, sepades
que vengo a decir verdades.
Prestado suelen pedir
caballeros cortesanos,
enfermos de besamanos
que nunca saben cumplir:
lindo humor al recibir,
mas, cuando la paga llega,
no tiene el cierzo de Noruega
tan heladas sequedades.
Salud y gracia, sepades
que vengo a decir verdades.
La viuda vergonzosa,
toca y monjil de picaza,
con lágrimas de mostaza
sale picante y llorosa;
mas en su mesa viciosa
hay jigote de señores,
pepitoria de priores,
y picadillo de abades.
Salud y gracia, sepades
que vengo a decir verdades.
El marido al uso riñe
con su mujer doña Güeca,
porque en lugar de la rueca
petrina de perlas ciñe;
él gusta de que se aliñe
y es, cuando más disimula,
compañero de la mula
que pintan las Navidades.
Salud y gracia, sepades
que vengo a decir verdades.
En lo referido a los abades y otras gentes de iglesia, este poema habla de unas prácticas que no se avienen al viejo refrán recogido por Cervantes (Q, II, 60): “Porque el Abad de lo que canta yanta, y luego pueden irse su camino…”
Respecto al verso 24 /”tazas penadas”), véase DAut: “PENADO. Se aplica también al vaso, copa, o taza, que da la bebida con dificultad y escasez: y por extensión se dice de otras cosas”.