EL CONEJO JERÓNIMO DE BARRIONUEVO
¡Ay, Antón Pintado,
Antón colorado!
Criaba una niña,
para su regalo,
cierto conejillo
gallardo gazapo.
Dábale a comer
sobre su regazo,
haciendo que meta
la mano en su plato.
Púsole un collar
que era colorado,
de su faldellín
con que está tan ancho.
¡Ay, Antón Pintado,
Antón colorado!
Y unos cascabeles
le pone colgando,
porque si atropella
los maten el daño.
Consigo le acuesta,
siempre levantando
a cualquier rumor
orejas de a palmo.
¡Qué lomos que tiene
el grande bellaco,
siempre entre las faldas,
siempre retozando!
¡Ay, Antón Pintado,
Antón colorado!
A la menor seña,
en dos pies sentado,
derecho se empina
alegre estribando.
No llega a correr
el lijero galgo
con más gallardía
al salir al campo
que aqueste lebrón,
de un brinco saltando,
hasta la huronera
a do se ha entrado.
¡Ay, Antón Pintado,
Antón colorado!
Sale después de ésta
al cabo de un rato,
a pacer las flores
del hermoso campo.
Temblando de frío,
medroso y tumbado,
tan hecho un ovillo
que no es un gusano.
Hasta que se extiende
el hermoso rayo
del sol de la niña
perdido y cansado.
¡Ay, Antón Pintado,
Antón colorado!
Y una y otra vez,
el valle dejando,
pasa del arroyo
de un lado a otro lado.
Sacude las perlas
del bellón mojado,
no armiño de nieve
que es conejo pardo.
Al fin la muchacha
con él se está holgando,
de noche y de día
sin dejarlo un rato.
¡Ay, Antón Pintado,
Antón colorado!
Deja tu comentario