EJEMPLO/S
Con Marfisa en la estacada
entrastes tan mal guarnido,
que su escudo, aunque hendido,
no le rajó vuestra espada.
¿Qué mucho, si levantada
no se vio en trance tan crudo,
ni vuestra vergüenza pudo
cuatro lágrimas llorar,
siquiera para dejar
de orín tornado el escudo?