Escribir un arte de amor castellano, y hacerlo en una de los estrofas más
prestigiosas el la poesía del momento, supone un atrevimiento que tiene
mucho de reto literario y que exige no poco sentido del humor. En esa doble
coordenada (sentido del humor y gusto por la emulación de los clásicos) se
inscribe el trabajo de fray Melchor de la Serna. La calidad de su escritura no
alcanza la de fray Luis (con quien comparte vida universitaria en Salamanca),
pero el empeño literario de uno y otro fraile es muy parecido. Ambos buscan
salidas a un petrarquismo que ha dado ya muchas muestras de agotamiento. Para
un fraile, la escritura de Cómo han de ser amadas las mujeres (un “arte de amor”
a la manera del de Ovidio) no deja de ser, por muy relajada que fuere la censura
hacia estos temas, un juego arriesgado. Y el riesgo se acentúa si se considera su
trabajo desde nuestra actualidad. No es lógico que le pidamos a fray Melchor de
la Serna que se desentendiese, al afrontar la materia de su tratadito, de la forma
de pensar y de los tópicos recibidos sobre la mujer. Por eso, en la lectura de esta
composición el lector actual deberá tener en cuenta que nuestro tiempo no es
el del autor, y habrá de saber que muchas de las afirmaciones de este producen
en el marco del “chiste” y buscan la complicidad de quienes comparten con él
claustro o pasillos de la Universidad. Como ocurre con muchos de los versos
de Quevedo, lo que en Cómo han de ser amadas las mujeres se afirma sólo es
aceptable si, con ojos culturalistas, se recibe como concesión al ingenio más
o menos acertado; y, en todo caso, si se disfruta de la habilidad expresiva del
autor. versos de fray Melchor un manual de comportamiento amoroso, con el que guiar sus pasos frente a la mujer real. Lo que sí que esta obra le ofrece es un texto literario notable, en el que la mujer es un constructo literario antes que un ser real. En cualquier caso, el lector debe tener en cuenta que, si Cómo han de ser amadas las mujeres merece edición, no es por su moral, ni siquiera por su altura intelectual. Si lo merece es por ser un producto cultural de su época con altísimo valor documental y con notable valor literario. Desde esta perspectiva, esta obra sí que es un referente imprescindible
para entender el cambio de paradigma poético que se está produciendo en la poesía española en década de los años 80 del siglo XVI.
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