A un gorrión a quien daba de comer una dama con la boca y el poeta, por honestidad, le llama jilguero
¿Quién te dio tanta dicha y osadía,
que en fe de las pintadas plumas oses
llegar, jilguero, donde el pico enroses
en las rosas que Amor enciende y cría?
Confieso, pajarillo, que no había
creído la comida de los dioses,
mas ya que en ti la he visto, ansí reposes:
que envidio tu ventura y su ambrosía.
Bebe el cristal que entre el clavel te espera,
come en el plato más hermoso y rico
que abrió en rosa y jazmín la primavera.
Pero que no te fíes te suplico:
que a un tiempo te dará la hermosa fiera
fuego en el corazón y agua en el pico.
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