EJEMPLO/S
A la orilla del agua estando un día,
ajena de cuidado, una hermosa
de mirarse su infierno deseosa,
por verse sola allí sin compañía,
la saya alzó que ver se lo empedía,
y, pagada de ver tan rica cosa,
le dice (con voz mansa y amorosa)
que de dentro del alma le salía:
Por vos soy yo de tantos requebrada,
por vos me dan aljorcas, gargantilla,
chapines, saya y manto para el frío.
Un beso quiero daros. Y abajada
a darle, por estar tan a la orilla,
trompicó de cabeza y dio en el río.
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