EJEMPLO/S
Dicen las vecinas
que ceban palomos,
y las que del huerto
cogen los cogombros,
que apenas se acuestan
y cierran los ojos,
cuando, con un hueso
de la mano al codo
las dan por las piernas
golpes tan sabrosos
que crujen los dientes
de dentera todos.
Deja tu comentario