De un galán que se le casó su amiga
Señora, sea para bien
Tan dichoso apartamiento.
Dios os dé tanto contento
Como ha dado a quien
Salvó con él de tormento
Tomando nuevo galán,
Pensaste hacerme daño
Y fue notable el engaño
Que riñas de por san Juan
Son paz para todo el año.
Y se acabó el estar ciego,
mi mal no considerando,
Ya me fui desengañanado,
Que de arderme en vivo fuego,
He venido a estarme helado.
Y, pues más ya no ha de ser,
Digamos que nada ha sido;
Yo he por bien lo que he sufrido,
Pues para menos perder
Ha sido lo que he perdido.
Considerando el estado,
Donde no basta paciencia
Y viéndome libertado
Hallé que de condenado
Revocaron la sentencia.
Qu, por tan bien conoceros,
Y ser tanta mi desgracia,
Temí habíades de venderos
A los moros por dinero,
Y a los ccristianos de gracia.
En tanto mal me pusite,
Que apenas puedo sufrillo,
Pues decían, como oístes,
Escalastes el castillo
Y a la infanta corrompistes”.
Callaba por entender
Erades vos la agraviada,
Pudiéndoles responder
“escala no fue tomada,
Pues no fue menester.
Mucho gustara saber
Si algún artificio usastes,
Con que al galán engañastes,
Si fue ligero en creer
O cómo dél escapastes.
Y, por si no estaba ciego
Y notó la falta clara,
“Yo seguro”, dijo luego,
“Don diego Ordoñez, don Diego,
Que el sol la sangre declara”.
Pero como le ha cabido
De Minerva poca parte
A ese vuestro marido,
No dudo que hayáis tenido
Para engañarle buen arte.
Porque, si él fuera avisado,
Sé que tomara consejo
Para no entrar desairado
Por aquel postigo viejo,
Que nunca fuera cerrado.
Yo le mando mala vida,
Si no tienen paciencia
Cuando os tenga conocida
Y aún entiendo en mi consciencia
Desee él veros perdida.
Empero guárdele Dios
De que haya algunos que os amen,
Del día en que digáis vos
“Id marido”, y vez que os llamen
Catad que vendrán por vos.
Como sabríades fingillo
Aquel “ay!, ¡ay!” quítese
Y el haber sido novillo
Y le guarde vuestra merced
Que no puedo más sufrillo.
Y que quedito estaría
El borrego al trasquilar,
Sin osarse menear
Y como que os rogaría
Le dejásedes llegar.
Vos sabéis lo que habéis hecho,
Quizá habéis acertado,
No quiero ser más pesado,
Antes, con golpe de pecho,
Pido perdón de lo hablado.
Y, pues nada se os esconde,
De lo que podría hablar,
No dejaré de cantar
“malas mañas habéis, conde,
No las podréis olvidar”
Glosa de S. N.
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