A UNA PROXENETA VIEJA
Si de tu descendencia miro el tronco,
bruñida trujamante sin empacho,
tus mullidas estofas vedo y tacho
y alabo el corcho de tu pecho bronco.
De aquel soldado golondrero y ronco
alabas la joyosa y el mostacho,
del liguro avaro el remolacho
porque respunta tu baldrés callonco.
Harto follona estás y harto bulles,
desmintiendo la edad que certifica
tu mucha antigüedad y poca enmienda.
En el mar de Sodoma te zabulles,
y al cimbro que una noche te salpica,
le haces que en un año no se entienda.
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