Elegía 5 de Ovidio, libro primero
Elegía 5ª del libro [1], que dice
"[A]estatus erat…dies"
Hacía calor y en punto al mediodía
en mi cama me eché con mucha gana
a descansar un poco si podía,
y dejeme cerrada la ventana
un poco abierta, luz por ella entrando,
cual suele [en] los alberg[u]es de Diana,
o como cuando el sol se va encerrando,
en el ocaso, o cuando el vulgo llama,
entre dos luces, el albor llegando.
Luz conveniente a vergonzosa dama
donde el temor [e]spere, que [e]scondido
podrá tratar las burlas de la cama.
Entró Corintia luego, desceñido
su cuerpo, con tan sola la camisa,
el cabello en los hombros [e]sparcido.
Semíramis tal ir se me devisa
a su tálamo blando a solazarse
o Loais, a su oficio de tal guisa.
Tiré de su camisa, aunque quitarse
no era menester por ser delgada,
mas ella procuraba por taparse.
Y porfiando, como a quien no agrada
vencer, vencida fue de mi porfía
y, sin que le pesase, despojada.
Que como en carnes quedó, me la vía,
y en ella desde el pie hasta la frente
una sola mancilla no tenía.
¡Qué hombros vi!, ¡qué brazos blandamente
toqué!, ¡qué tetas, para con la mano
apretallas, de hechura tan decente!
¡Qué pecho tan ceñido y vientre llano!,
¡qué costado tan bello, y qué lindeza
de muslo tan bruñido y tan lozano!
En fin, entera toda era belleza
y, encima me subiendo, la medida
le tomé de los pies a la cabeza.
Lo demás ¿quién lo ignora? Concluida
la fiesta, cada cual se dividía
por descansar. Mientras tuviere vida,
¡tal me venga contino al mediodía!
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