CANCIÓN
Señora Estefanía, ¡mal penado!,
sabe que me han parlado
que dais en ser profana
y os perdéis de la noche a la mañana.
Señora Estefanía,
pues llueve sobre mí costa y posada,
poquito amor con pajes, que me enfada.
Por çierto, que tenemos buen aliño:
¿la saya y el corpiño
pedís muy de gobierno
poniéndome a los ojos tanto cuerno?
Señora Estefanía,
si quiere que la traiga engalanada,
tenga poquito amor.
¿En qué libro de amor habéis hallado
que sea yo obligado
a sustentar la posta
y que la cor[r]an otros a mi costa?
Señora Estefanía,
mire que no es tan niña ni pintada:
tenga poquito amor.
Jamás la hallo sola en la posada,
antes, tan ocupada
os tienen de contino,
que parecéis taberna de buen vino.
Señora Estefanía,
que yo parezco el algo y vuestro gallo,
y si lo quiero ser comida, os hallo.
Mirá, que si en tan poco os dais a todos,
que saldrán de esos lodos
polvillos a la casa,
que os den un obispado por rellasa.
Señora Estefanía,
que aquí suelen parar y en dar consejo
las que han sido de esas de concejo.
Al fin, quiero acabaros de decillo,
que hacéis de mí palillo
con que os mondáis los dientes,
la vez que os desocupan otras gentes.
Señora Estefanía,
queda en hora buena, que me mudo:
que ya bastan diez meses de cornudo.
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