Porque me besó Perico,
porque me besó el traidor.
Que estando, madre, dormiendo,
de lo cual soy arrepisa,
le sentí estar desvolviendo
las haldas de mi camisa;
y aunque me fino de risa,
pensallo me da temor,
porque me besó Perico,
porque me besó el traidor.
Y estando así como os digo,
desque dormida me vio,
me tentó bajo el ombligo
todo cuanto Dios me dio;
pues ¿ cómo queréis que yo
le pueda tener amor ?
Porque me besó Perico,
porque me besó el traidor.
Porque con mil osadías
revolvió poco a poquito,
sus piernas entre las mías
hasta que me dio en el hito
es mi dolor infinito,
que no puede ser mayor,
porque me besó Perico,
porque me besó el traidor.
Fin
Que, como se meneaba,
más se mostraban sabrosos
dos mil gozos que me daba
como azúcares sabrosos.
Dio me unos besos zumosos,
que jamás pierdo el sabor.
Porque me besó Perico,
porque me besó el traidor.
‘Dar en el hito’ equivale al moderno ‘dar en el clavo’. El dicho antiguo tiene que ver con un juego (el juego del hito), que consistía en tirar unas herraduras o anillas a un hueso clavado en el suelo a cierta distancia. Covarrubias dice relaciona el término hito con fijo o clavado. Quien acertaba a meter la anilla en el hueso ‘daba en el clavo… o, más propiamente, en el hito”.